Lo primero que tenemos que dejar claro es de qué se trata cuando hablamos de una persona celíaca. Se trata de una intolerancia permanente al gluten que produce una lesión inflamatoria crónica en la mucosa del intestino delgado.
Por este motivo, son muchas las personas que al enterarse dejan de consumir gluten pensando que es lo más beneficioso para su organismo. ¿Pero es esto cierto?
El gluten es el nombre que reciben las proteínas tóxicas del trigo, que se encuentran presentes también en otros cereales como cebada, centeno o avena. Ser celíaco supone la absorción inadecuada de los nutrientes presentes en la dieta.
Síntomas de los celíacos
Síntomas digestivos: se comienza a notar malas digestiones, diarrea, hinchazón y dolor abdominal. Además también presencia de muchos gases, pérdida de peso o, en los casos más extremos y raros, desnutrición.
Síntomas extradigestivos: en niños se puede dar una falta de crecimiento, tallas bajas en adultos, aparición de aftas bucales de repetición, aparición de anemias, descalcificación de los huesos o principio de osteoporosis.
Es muy frecuente que haya personas que presentan muy pocos síntomas, como anemia u osteoporosis, que a no ser que el pediatra o el médico le preste especial atención, podrá pasar desapercibida.
La celiaquía puede detectarse a través de un análisis de sangre con una efectividad de casi el 95% de acierto. Puede aparecer en cualquier momento de la vida, pero realmente es más frecuente que aparezca en la infancia.
Según los expertos, el único tratamiento existente hasta el momento es llevar a cabo una estricta dieta sin gluten, lo que conlleva la recuperación y la normalización tanto clínica como funcional.
Hay que tener muy claro cuales son los alimentos que no contienen glutem, o en caso de hacer “una excepción” saber cuales serán las causas.